Un nahual en el imperio: la vida de Jaime Lucero, de la Mixtecapoblana al liderazgo de la diáspora mexicana
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En 2024 las remesas enviadas por migrantes mexicanos que viven en Estados Unidos ascendieron a 64,750 millones de dólares, un máximo histórico. Sin embargo, ese peso económico contrasta con mecanismos todavía muy limitados de representación y participación política para los mexicanos residentes en el exterior.
A pesar de ser una fuerza de trabajo esencial y un pilar comunitario en ambos lados de la frontera, millones de personas de origen mexicano siguen siendo vistas como amenaza o “el otro”, objeto de discursos racistas y deshumanizantes que no reconocen su aportación real ni su humanidad.
En este contexto se inscribe Un nahual en el imperio (Editorial Sal de Grano). Escrito por el periodista Maurizio Guerrero, el libro que narra la vida de Jaime Lucero, empresario originario de la Mixteca poblana, fundador y presidente de Fuerza Migrante, movimiento binacional apartidista que impulsa el empoderamiento social, económico y político de los migrantes mexicanos en Estados Unidos y México.
De Independencia, Puebla, a Manhattan
Antes de cumplir diez años, Jaime Lucero tuvo que abandonar Independencia, una ranchería enclavada en la Mixteca poblana. En su infancia, una curandera le advirtió: “Tú eres un nahual y por eso siempre van a tratar de hacerte daño”. Como tantos otros migrantes, cruzó el río Bravo para buscarse la vida, primero desempeñando toda clase de empleos y luego como brazo derecho de un restaurantero de origen griego en Estados Unidos.
Su intuición lo llevó a aventurarse en la industria de la distribución de telas en Manhattan, donde debió enfrentarse a la última gran familia de la mafia de ese sector. Con tenacidad hizo fortuna, siempre con la idea de sumar fuerzas con otros mexicanos en Estados Unidos y no dejar su historia en un relato individual de éxito.
A lo largo de las últimas décadas, Lucero ha impulsado iniciativas comunitarias entre ellas, Casa Puebla, organización que se convirtió en el centro de reuniones de la comunidad mexicana en Nueva York y donde nacieron otras organizaciones sin fines de lucro y cámaras de comercio. Como filántropo interesado en impulsar la educación a todos los niveles; Jaime Lucero ha otorgado becas educativas a estudiantes mexicanos y latinos indocumentados y a organizaciones que capacitan de manera directa a este sector. Desde el 2019, a través de la red de Fuerza Migrante ha trabajado para que la diáspora mexicana deje de ser vista solo como

remitente de remesas y se convierta en un actor con voz propia en la vida pública de México.
Fuerza Migrante ha sido clave en la agenda para que el Congreso federal y algunos congresos locales reserven curules para diputaciones migrantes, como primer paso para que el trabajo y los miles de millones de dólares que envía la comunidad mexicana en el exterior se traduzcan también en fuerza y presencia política.
La apuesta de Lucero parte de una idea central: no basta con reformas migratorias o electorales aisladas, se necesita una auténtica reingeniería social binacional, donde los migrantes participen plenamente en las decisiones públicas y la relación entre México y su diáspora se reconozca como un vínculo humano, social y político de largo plazo.
Un retrato literario y político de la migración
Un nahual en el imperio está escrito por el periodista Maurizio Guerrero, estudioso de la migración y los movimientos sociales. El libro mezcla crónica, biografía y reportaje para reconstruir la trayectoria vital de Lucero y, al mismo tiempo, la lucha colectiva por los derechos políticos de los migrantes mexicanos en Estados Unidos y de sus hijas e hijos nacidos allá, que también enfrentan los efectos de los discursos racistas y deshumanizantes.
El relato va de la pobreza rural en uno de los municipios más pobres de Puebla al choque con estructuras de poder en Manhattan, y de ahí a la construcción de organizaciones que hoy inciden en agendas educativas, comunitarias y políticas. Más que una historia de ascenso económico, el libro funciona como una crónica de cómo la diáspora mexicana ha comenzado a exigir representación, reconocimiento y un cambio de narrativa: de la mirada que criminaliza o victimiza a los migrantes hacia una que reconoce su papel histórico en las economías y sociedades de ambos países.

























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