El desgaste laboral ocasiona más renuncias en diciembre

• La salida de fin de año del trabajo es la manifestación de un deterioro acumulado, donde la falta de energía y la vulneración del bienestar obligan al colaborador a buscar entornos que le permitan recuperar el equilibrio.

Un diagnóstico sacude el panorama laboral mexicano cada cierre de año. El patrón de renuncias masivas en diciembre no es una coincidencia estacional; es la culminación, muchas veces, de un ciclo de desgaste crónico del colaborador y de un liderazgo que no se preocupa por crear espacios de trabajos sanos. Esta “hipermovilida laboral”, donde cambiar de empleo se impone como estrategia para recuperar la salud mental y el bienestar, revela una crisis de lealtad, no del colaborador, sino de la empresa hacia su gente. Lejos de ser un acto impulsivo, la salida se convierte en un acto de supervivencia ante entornos laborales que han dejado de ser sostenibles.

La fragilidad de los vínculos laborales, definida por Zygmunt Bauman en Liquid Modernity como característica de la modernidad líquida, se exacerba en México. A pesar de que los colaboradores registran altos niveles de compromiso, 4.6 puntos sobre 5, en el reporte de Factor Wellbeing 2025, la paradoja es que la falta de energía domina su vida diaria. El indicador más bajo de los estudios recientes es rotundo: “Al salir del trabajo tengo tiempo y energía para convivir” alcanza apenas 3.56 puntos. Las personas desean aportar, pero la recuperación resulta insuficiente.

Bauman explica que, en una modernidad marcada por la incertidumbre, las relaciones con instituciones, incluidas las empresas, adoptan fragilidad y transitoriedad. Esto significa que el trabajo deja de ser un ancla y se convierte en un acuerdo provisional que las personas evalúan de manera constante.

La deuda gerencial y el grito silencioso de la estadística

El país ostenta el liderazgo en la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) en horas trabajadas, superando las 2,200 horas anuales en promedio. A nivel nacional, la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE) del INEGI revela que 27% de los trabajadores labora más de 48 horas a la semana. Este escenario incrementa exponencialmente el riesgo de estrés crónico, agotamiento severo y afectaciones cardiovasculares, según la Organización Internacional del Trabajo (OIT).

El desgaste, la falta de equilibrio entre vida y trabajo, y la demanda de compensaciones más competitivas son identificados como las tres razones centrales por las que los profesionales mexicanos deciden salir. Los datos son contundentes: la movilidad laboral aumentó 15% en un año. La OIT refuerza que la mala gestión de la carga laboral y la falta de recuperación son predictores centrales de rotación y ausentismo.

La revisión consecutiva de Factor Wellbeing sobre prácticas de bienestar en las empresas arroja que sólo el 50% de las empresas cuenta con un responsable formal de bienestar; apenas el 39% desarrolló un modelo integral propio; y un 32% conformó un comité que represente la voz del colaborador. Mientras el bienestar sea un conjunto de acciones aisladas y no una arquitectura institucional, el desgaste continuará avanzando, a medida que los cuadros de liderazgo favorecen el desgaste.

Iván Guerrero, director de Factor Wellbeing del Instituto del Propósito y Bienestar Integral (IPBI) de Tecmilenio, analiza el profundo impacto de este descuido: “La ausencia de una arquitectura institucional sólida para el bienestar, sumada a la mala gestión de la carga laboral y la falta de oportunidades reales de crecimiento, daña profundamente el tejido emocional, económico y profesional de los trabajadores.

El desgaste lleva a las personas a buscar entornos que les ofrezcan control, equilibrio y sentido, convirtiendo la renuncia en una decisión orientada a la recuperación. La transparencia, la gestión responsable y un modelo integral son imperativos éticos para evitar que la salida sea una huida forzada y dolorosa”.

El estudio

Market Research 2025, elaborado por Pandapé, agrega otra pieza relevante. La investigación indica que las personas no únicamente evalúan el nivel de desgaste en su lugar de trabajo, sino también la existencia de oportunidades reales de crecimiento y la presencia de condiciones que respeten el bienestar de los colaboradores.

Urgencia ética

Las renuncias de diciembre son un llamado de atención, un espejo que refleja un año entero de desequilibrios.

Las personas buscan contribuir, desean un sentido, valoran la permanencia. Sin embargo, demandan urgentemente un trabajo que preserve su energía, su claridad y, sobre todo, su bienestar integral más allá del calendario laboral. El “Termómetro Laboral” de OCC Mundial confirma que el 76% de los trabajadores practica la búsqueda silenciosa de empleo. Cuando diciembre ofrece la posibilidad financiera del aguinaldo, la intención se materializa.

El espejo de diciembre ofrece una verdad ineludible: las renuncias no son un problema de lealtad, sino un fracaso sistémico de la gestión. La única forma de frenar esta hemorragia de talento y de revertir la hipermovilidad es a través de una arquitectura institucional de bienestar que sea innegociable. La era del compromiso basado en el desgaste ha terminado.

La responsabilidad empresarial, la ética y la capacidad de preservar la energía y el bienestar del colaborador son, hoy más que nunca, el pilar fundamental para la sostenibilidad corporativa y la paz social. O las empresas cambian sus prácticas de raíz, o continuarán perdiendo lo más valioso que tienen: su gente.